viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Son fáciles o difíciles las matemáticas?


“Uno no sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”
                                                                             Charles Dickens

El mejor premio que uno mismo se puede hacer es el del logro personal. Cuando éramos niños, teníamos una insaciable sed de vencer cualquier reto que tuviéramos enfrente. El acto de aprender a caminar es un excelente ejemplo de cómo usamos nuestro Poder Personal: áquel que sale directamente de una mente sin prejuicios, sin la referencia de una experiencia negativa y sin creencias limitadoras.

Y pensar que el acto de caminar, que es tan perfectamente bien hecho por un niño de año y medio, es en sí mismo un excelente ejemplo de cómo hacemos matemáticas desde antes de ir a la escuela. Hay toda una cantidad de ecuaciones diferenciales no lineales que modelan el acto de caminar. Sin embargo, el niño chico ni en cuenta: él o ella simplemente intentan una y otra vez. No hay juicios previos ni nada por el estilo que le diga “no puedes”.

Para hacer el mismo acto, los ingenieros y físicos de Honda tardaron más de 20 años en hacer que Asimo pudiera moverse y hacer limitadas pero certeras acciones. Evidentemente, gracias al estudio y a una labor de picar una y otra y otra vez consiguieron el objetivo: un antropoide que pudiera caminar y hacer algunas monerías más.



¿A dónde pretendo llegar con esto? Durante el tiempo que he colaborado y asesorado a cientos de chicos, el común denominador que tienen aquellos que sufren con las matemáticas radica en una idea preconcebida e interpretada por ellos: “las matemáticas son difíciles y yo no sirve para ellas”.

Si piensas así, creo que necesitas hacer un alto en el camino y verificar qué tan cierto es lo que dices.

Hablaba de que las matemáticas existen en hechos tan cotidianos y “simples” como caminar. ¿Por qué entonces, las calificamos así, cuando resolvimos intuitivamente cantidad de ecuaciones cuando estábamos aprendiendo a andar?

Debemos de hacer una diferencia entre los hechos y cómo los percibimos. Primero: el universo está escrito con matemáticas. Éstas en realidad son el efecto por el cual descubrimos y valoramos infinidad de fenómenos físicos. Lo que nos enseñan en la escuela, es la “codificación” de ese lenguaje, que es diferente al fenómeno en sí. Es aquí donde está el meollo del asunto: la forma en que se enseña y se interpreta la codificación es en sí, una aproximación. El lenguaje, como mero hecho humano, no es perfecto, pero sí es perfectible y tiene todos los atributos de un lenguaje: preciso, evolutivo y por momentos arbitrario son algunas de las características que todo lenguaje conlleva.




Desde este punto de vista, cabe preguntarse: ¿qué carajos hace que las matemáticas sean tan odiosas? Aquí el adjetivo es totalmente subjetivo. Depende de la experiencia de cada individuo en su respectivo proceso de aprendizaje. Las matemáticas simplemente son. Nosotros las caracterizamos de acuerdo a nuestra experiencia de dificultad o simplicidad con la cual nos las inculcaron. De esta forma, si tuvimos la desgracia de tener un maestro que no le gustaran, ¿sería lógico desarrollar amor por ellas? Pero si contamos con un profesor que nos diera alicientes y que hubiera sido ecuánime, ¿tendríamos que desarrollar aversión hacia ellas?

Es aquí cuando llegamos a un punto en el que podemos elegir cuál actitud tomaremos respecto a ellas. Dado que ya no tenemos la oportunidad de no ubicarlas sin una referencia “negativa” o “positiva”, nuestra actitud es lo único que sí está al 100% en nuestro control y ahí podemos preguntarnos: ¿qué quiero que sean las Matemáticas: amigas o enemigas? ¿Quiero poner resistencia o pensar que son una bendición para que así pueda yo tener celular, computadora, luz, etc.?

Esta elección es fundamental. Podemos fluir con las matemáticas, o podemos dejar que su peso nos venza y quizás aprobar las asignaturas de matemáticas de todos los niveles, a cambio de una fútil y desgastante actitud que puede cambiarse en cualquier momento y lugar.



Te invito a tomar una asesoría en Tzolkin. Las matemáticas no tienen por qué ser un reto inconquistable. Son la mejor y más bella prueba de cómo el Universo y el Cosmos completo es lo que es. Informes en info@sistemastzolkin.com.mx



“Las matemáticas son el alfabeto con el que Dios escribió el Universo” Galileo