viernes, 24 de mayo de 2013

¿Cómo darle la vuelta a retos con Matemáticas?

Es indiscutible la importancia de por qué los estudiantes de educación en cualquier nivel deben de tener un dominio por arriba de lo aceptable en Matemáticas. Esta área del conocimiento es parte indispensable para desarrollar otras habilidades; principalmente capacidad de análisis y síntesis; deducción e inducción; capacidad para inferir e incluso varias actividades de liderazgo necesitan de una mente capaz de escudriñar detalles ínfimos y de valorar procesos para la toma de decisiones.

Los docentes y estudiantes se enfrentan con el reto común de ser una asignatura que no gusta; que es difícil; que es un tormento y se inventan la maravillosa excusa de que “no sirve para nada aprender a hacer tantas operaciones y procedimientos que jamás se emplean en la vida real”. En otras palabras, adquieren o se crean un complejo de víctima.

Durante la experiencia que he tenido al dar diversas asesorías personalizadas; he encontrado éstas y numerosas quejas que bien pueden resumirse en unas pocas palabras: una actitud negativa.

El paso más importante: cambio de actitud


Dígame alguien, ¿si es de personas sensatas e inteligentes maldecir la oscuridad? En vez de eso, mejor encendamos una vela y así podemos atravesar cualquier obstáculo en las tinieblas. Pero una reiterada actitud de encono y de odio revela un porfiado rechazo para solucionar el problema.

¿Tiene remedio esta situación? Por supuesto; tantas como sistemas de aprendizaje de matemáticas existen. Sin embargo, sin un cambio de actitud, aún tomando asesoría con un profesor que sea paciente, claro y divertido, la tarea se antoja titánica y no tiene por qué ser así. Por tanto es necesario trabajar otros aspectos antes del mero contenido de la materia.

Veamos cuáles son.

1. Descubra cuál es el verdadero nivel del estudiante. Si no domina las operaciones básicas elementales; las operaciones con fracciones y si además no tiene agilidad para resolver sumas, restas, multiplicaciones y divisiones de 3 cifras (al menos) sin necesidad de una calculadora, será necesario establecer un plan emergente de manera que no se le permita ir avanzando si esta parte no queda absolutamente superada. En caso contrario, se le estaría haciendo un daño mayor al estudiante.

2. Revise cuál es la actitud que toma el estudiante. ¿Ha conocido a alguien que pretenda aprender a bailar y que lo logré diciéndose asimismo: ¡tengo dos pies izquierdos!? Puede que ocurra. Sin embargo, el lenguaje tiene una clara incidencia en los resultados. Un estudiante que se pase todo el tiempo quejándose; maldiciendo y aventando cualquier tipo de palabra donde demuestra hostilidad y odio hacia esta rama del conocimiento; ¿qué posibilidades tiene de darle la vuelta? Es triste decirlo, pero la mayoría de los chicos que toman una actitud negativa, aunque tengan inteligencia y talento natural, tenderán con facilidad a cometer errores, a realizar las operaciones de manera impulsiva sin analizar antes y obviamente desatenderán los detalles. Prácticamente imposible el fracaso en esta situación.
Proponga ejercicios para mejorar los detalles

3. Analice los detalles. Hay chicos que dominan bien las operaciones elementales; que pueden resolverlas con soltura. La falla con frecuencia suele ser a la hora de realizar operaciones que involucran desarrollos grandes y por tanto, estar al pendiente de multiplicaciones, divisiones y potencias que van dentro de numerosos signos de agrupación. Este tipo de fallas es muy sencilla de corregir; pues basta con crear un sentimiento de alerta para concentrarse en los detalles y realizar múltiples ejercicios.

4. Trabajen en alternativas complementarias. Con frecuencia se necesita de ejemplos más tangentes y maleables para poder mostrar conceptos abstractos. Por ejemplo, Jaime Escalante, el famoso profesor de matemáticas de la película “Con ganas de Triunfar”, buscaba platicar de las aplicaciones de las diferentes ramas que enseñaba, además de que utilizaba numerosos juguetes y materiales poco ortodoxos para enseñar, como plátanos, manzanas, por citar algunos.
Proponga al estudiante que muestre su mejoría

5. Involucre al estudiante para que enseñe las habilidades que vaya mejorando a su familia o entorno. Esto favorece la retroalimentación y cuando uno puede expresar verbalmente algo que ha entendido con cabalidad, la mente suele pegarlo de manera casi permanente a la memoria.

Estas estrategias están basadas en mi experiencia docente. No son la panacea ni pretenden serlo; tan sólo son pautas que vale la pena experimentar para obtener resultados.

Finalmente, dejo en manos de los estudiantes la última palabra. Si se da cuenta que modificando ciertas actitudes y trabajando con ahínco puede darle la vuelta; ¿de qué no será capaz una vez que haya dominado lo que parecía un reto?

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